Blog donde recopilo lo (subjetivamente) mejor de fragmentos, artículos y reflexiones de textos místicos, religiosos, espirituales o filosóficos que me voy encontrando por mis peripecias literarias.

Sobre el sembrar y el cosechar, El Libro Interior

Si una persona sentada y despierta en una noche oscura tiene la intención de partir al amanecer, aunque no sepa como viajará, como espera al amanecer, se acerca al amanecer.
Alguien, así, siguiendo una caravana camina sin saber a donde llegará, por dónde pasará, o qué distancia cubrirá.
Pero llegado el día, verá el resultado de su marcha y llegará a algún sitio. Si alguien, por amor de Dios, abre y cierra los dos ojos, tampoco eso se pierde.
"Quien haya hecho el peso de un átomo de bien, lo verá".
Puesto que su interior es oscuro y velado, no ve el camino recorrido; pero lo verá al final.
"Este mundo es el campo para la cosecha del otro mundo". Lo que se siembra aquí abajo, se cosecha en el otro mundo.
Jesús reía mucho.
Juan el Bautista lloraba mucho.
¿Tan seguro te sientes, preguntó a Jesús Juan el Bautista, contra las poderosas y sutiles tretas del demonio, que ríes así?
¿Hasta qué punto has olvidado, preguntó a su vez Jesús, las gracias y los sutiles, agradables, extraordinarios, poderosos beneficios de Dios, que lloras así? Fue su respuesta.

Estaba presente un santo (wali) entre los santos de Dios.
¿Cuál de los dos es superior? Preguntó a Dios.
-Aquel que tiene mejor opinión de Mí, dijo Dios. Es decir: Yo estoy donde se encuentran los pensamientos de Mi servidor.
Cada criatura se forma una imagen distinta de Mí.
En lo que imagina de Mí es donde me encuentro.
Purificad, criaturas Mías, vuestra imaginación, que es mi Morada y mi Residencia.

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